Ciudadanía

Visiones de la democracia antes del plebiscito

11/11/2020
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Durante la última década se han hecho habituales los cuestionamientos al sistema político en Chile. Por cierto, se acentuaron después del 18-O. ¿Se trata de una crisis de la democracia, en cuanto forma de gobierno o de críticas a su funcionamiento y al desempeño de las instituciones en nuestro país?

Para abordar estas preguntas, se presentan algunas cifras de opinión pública y sus interpretaciones de acuerdo a la literatura académica.

A pocos días del plebiscito por la nueva constitución, realizado el 25 de octubre de 2020, 64 por ciento de los encuestados por LEAS mediante su Monitor de Cambio Social, estaba de acuerdo con que «la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno», respecto a opciones más autoritarias («en algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático»), o la indiferencia («a la gente como uno, le da lo mismo un régimen democrático que uno autoritario»).

La misma cifra se observó en la encuesta CEP realizada en diciembre de 2019, un mes y medio después del 18-O. Respecto del pasado más distante, esta preferencia relativa por la democracia es 12 puntos porcentuales mayor que lo registrado por la encuesta CEP realizada en abril-mayo de 2017, aunque similar a los niveles observados en 2008 y 2009 en la misma encuesta (60 y 62 por ciento, respectivamente). En suma, hay un aumento reciente en la adhesión a la democracia en relación a opciones más autoritarias.

Sin embargo, al mismo tiempo que la adhesión ha crecido, las evaluaciones del funcionamiento de la democracia han empeorado en Chile. A pocos días del plebiscito 2020, apenas 6 por ciento de los encuestados por LEAS mediante su Monitor de Cambio Social, evaluaba la democracia positivamente, misma cifra de la encuesta CEP realizada en diciembre de 2019. Esta cifra es parte de la tendencia declinante observada durante la última década: en octubre 2009, 26 por ciento de la población adulta en Chile tenía una evaluación positiva del funcionamiento de la democracia. Tras la primera ola de manifestaciones en 2011, esa evaluación retrocedió 10 puntos porcentuales y luego volvió a descender otros 6 puntos en 2015, ubicándose en 10 por ciento. Se mantiene estable hasta después del 18-O cuando retrocede otros 4 puntos porcentuales.

Tabla 2: Satisfacción con la democracia

  Oct. 2009 Nov.-Dic. 2011 Jul.-Ago. 2013 Nov. 2015 Abr.-May. 2017 Dic. 2019 Oct. 2020
Bien + Muy bien  26 16 15 10 11 6 6
Regular 52 49 59 51 56 44 45
Mal + Muy mal 16 29 17 32 26 47 48
Nota: Respuestas a la pregunta «¿Qué tan bien o qué tan mal cree Ud. que funciona la democracia en Chile?». No se presentan los porcentajes de quienes no saben o no responden. Fuente: Encuestas CEP 2009-2019, LEAS (2020).

Así parece que la alta adhesión a la democracia como forma de gobierno, respecto de alternativas autocráticas, coexiste con una muy mala evaluación de cómo ésta funciona. ¿Cómo se podría explicar esta aparente contradicción? Pippa Norris, profesora de la Universidad de Harvard, sostiene que existe una brecha entre la aspiración por la democracia ―valoración de la democracia como ideal y rechazo a formas de gobierno autoritarias― y la satisfacción con el funcionamiento de ella ―desempeño de la democracia. Esta brecha, que ella llama “déficit democrático” y que también es el título del libro que estudia el tema1, surge en parte por las mejoras materiales, educativas y sanitarias que desencadenan un proceso de empoderamiento de las personas, elevando las expectativas sobre la democracia. Adicionalmente surge por la relativa incapacidad de las instituciones de cumplir con tales expectativas y por el «tono» negativo de la cobertura de los medios de comunicación masiva de los temas públicos.

Norris prueba estos postulados utilizando datos de países de diversas latitudes, lo que es relevante sobre todo para dar cuenta del diferente desempeño de las instituciones en cada caso. Sin embargo, se pueden analizar varios de sus postulados usando los datos recogidos por el Monitor de Cambio Social poco antes del plebiscito.

En esta oportunidad, revisaremos el rol de la educación. Un análisis de regresión lineal muestra que las personas con educación universitaria o superior adhieren con más fuerza al ideal democrático respecto de una alternativa autoritaria, aunque no hay diferencias significativas en lo que se refiere a la satisfacción con el funcionamiento de la democracia (controlando por sexo, grupo etario, niveles educacionales, región, posición política, consumo de televisión y redes sociales para informarse sobre el plebiscito). Ello indica que niveles educacionales más altos están asociados a un déficit democrático mayor. Por lo tanto, es posible que la masificación de la educación superior observada durante los últimos 30 años esté asociada, en parte, a la coexistencia de la alta valoración relativa de la democracia y las magras evaluaciones -durante la última década- de cómo funciona la misma.

Por Ricardo González T.

Notas

  1. Norris, Pippa. 2011. Democratic Deficit: Critical Citizens Revisited. New York: Cambridge University Press.