La circulación de noticias falsas es un fenómeno creciente que prolifera aquí y en el mundo, y que ha venido minando el cómo enfrentamos situaciones críticas tan disímiles como desastres naturales, procesos electorales y temas de salud.
En nuestro país, recientemente vivimos un último episodio. Previo al anuncio de las medidas que estarían vigentes durante las fiestas de fin de año, circuló un comunicado falso, con los logos de la Subsecretaría de Turismo y Sernatur, que aseguraba que la Región Metropolitana volvería a cuarentena. Esto llevó a la Subsecretaría de Turismo a publicar un desmentido y al Ministro de Salud, Enrique Paris, a volver a reforzar la importancia de informarse por las vías oficiales.
En esta pandemia, este hecho se inscribe en una tendencia mayor: en una encuesta realizada por el Laboratorio de Encuestas y Análisis Social (LEAS) de la Universidad Adolfo Ibáñez, 58 por ciento de los encuestados dijo haber visto u oído información sobre el coronavirus que le pareció completamente falsa, especialmente a través de WhatsApp, Facebook, Twitter o Instagram. Según el mismo estudio, es más probable que los adultos menores de 35 años, de nivel socioeconómico medio o alto y que siguen las noticias sobre la pandemia con mucha atención, identifiquen que las fake news abundan más en las redes sociales que en medios tradicionales.
El consumo de desinformación tiene implicancias en la toma de decisiones de las personas y, en particular, en un aspecto tan fundamental en estos días, como es adoptar las medidas de protección que eviten la propagación del Covid-19. Aún más, exponerse a información distorsionada puede afectar especialmente a los más vulnerables psicológicamente, condición más probable tras periodos prolongados de cuarentena, como los que hemos vividos este 2020. Al respecto, un análisis estadístico de la encuesta de LEAS muestra que quienes reportan con más frecuencia síntomas asociados a la depresión y la ansiedad, declaran haber visto más información falsa. Esta relación persiste incluso controlando por las afecciones derivadas del Covid-19 y problemas económicos.
Las fake news tienen más probabilidad de ser reproducidas que una noticia verdadera, por una razón simple: el factor novedad y disruptivo, propio de este tipo de contenido, favorece la mayor circulación por parte de las propias personas (Vosoughi et al. 2018). En un contexto digital sobresaturado de contenidos, donde nuestro abordaje cognitivo de noticias es crecientemente incidental, breve e interrumpido (Mitchelstein & Boczkowski, 2018), será central cómo enfrentamos esta infopandemia en 2021, un año que estará marcado por la campaña de vacunación contra el coronavirus y un intenso calendario de elecciones.