La Convención Constitucional ya lleva más de dos meses sesionando, con la importante misión de redactar una nueva Constitución Política para el país. El contundente triunfo de la opción Apruebo en el plebiscito de octubre de 2020 trajo consigo altas expectativas de la ciudadanía sobre este proceso. En ese sentido, hay una aspiración que no es explicitada en forma tan frecuente y que afecta directamente las bases de nuestra democracia: la idea de que este desarrollo constitucional permita aminorar la desafección ciudadana y así contrarrestar la deteriorada legitimidad de la institucionalidad política y sus representantes.
En un reciente estudio, analizamos la percepción ciudadana de su eficacia política –la sensación de que tienen la información y la capacidad de influir en el sistema político–, uno de los principales determinantes destacados por la literatura especializada con relación a la desafección. Este, sin duda, es un obstáculo para el involucramiento de las personas en el proceso constituyente en el corto plazo, pero que el proceso constituyente en curso podría contribuir a resolver en el largo plazo. En esta entrada, caracterizamos los niveles de eficacia política en Chile, distinguiendo entre eficacia interna y externa.
Los resultados de un estudio cualitativo realizado en mayo permiten profundizar en las consecuencias de la (in)eficacia política de las personas sobre la decisión de acudir a las urnas y otras formas de participación ciudadana. Uno de los elementos centrales que articulan la visión de quienes participaron del levantamiento cualitativo dice relación con la importancia de la participación para la legitimidad del proceso constituyente, especialmente teniendo en cuenta las movilizaciones tras el estallido social de octubre de 2019. En particular, lo anterior supone una crítica explícita y transversal a la tasa de participación en las elecciones de convencionales constituyentes de mayo pasado, que alcanzó un 43,5% del padrón.
«Eso para mí es inconsecuencia, o sea si tú querías participar, tendría que haber habido una asistencia de un 80% o 70% en las urnas diciendo ‘yo quiero que esto cambie y quiero que estas personas me representen’. Por eso me siento un poco decepcionado la verdad», (hombre, 48 años, GSE medio-alto, RM).
Los resultados cualitativos ayudan a profundizar en las características de la desafección y cómo influye en las motivaciones a votar por parte de la ciudadanía. Entre los hallazgos cualitativos que pueden ayudar a comprender la baja participación electoral se consigna la existencia de dos principales explicaciones. Por un lado, los participantes resaltan las barreras prácticas al electorado en contexto de pandemia (como vivir lejos del local de votación o tener que cumplir tareas de cuidado de personas en el hogar).
En segundo lugar, y más relacionado con la literatura especializada, los participantes describen una desafección surgida del bajo sentido de eficacia política, que encontramos –de acuerdo con los resultados en que profundizaremos a continuación– en una proporción importante de la ciudadanía. Desde la literatura académica que ha estudiado el comportamiento político, la eficacia política emerge como un concepto clave para entender la desafección que parece ser uno de los factores tras la baja participación electoral. La eficacia política se entiende como “un sentimiento de que el cambio político y social es posible y que el ciudadano individual puede cumplir un rol en producir ese cambio”1.
«Yo tengo que sacarme la mugre esté el presidente que esté, pero eso es conformarnos con poco. Yo siento que sí tenemos que tomar decisiones y votar por alguien porque por último hicimos algo, porque si no siguen saliendo los mismos, siempre el mismo pueblo va a votar y siguen siendo los mismos los que van quedando. De repente tenemos que ir a votar», (mujer, 61 años, GSE medio-bajo, RM).
Se pueden distinguir dos dimensiones de esta eficacia, en relación con la perspectiva de los individuos: una interna y la otra externa. Por una parte, la eficacia interna o competencia subjetiva puede entenderse como la confianza de un individuo en sus propias habilidades para comprender la política y actuar políticamente2. En la encuesta del Monitor de Cambio Social que analizamos acá, esta dimensión se mide por medio de una pregunta sobre el nivel de acuerdo con la afirmación “Pienso que la mayoría de la gente en Chile está mejor informada que yo sobre política y los asuntos públicos”, que se vincula además, al grado de involucramiento político. A nivel general, 36% de los encuestados está de acuerdo o muy de acuerdo con esta afirmación. Este grupo tiene baja eficacia política interna. Por el contrario, quienes están en desacuerdo o muy en desacuerdo, indicando alta eficacia política interna, llegan al 40%.
Por otra parte, la eficacia externa o receptividad sistémica se define como la creencia de los ciudadanos en la capacidad de incidir en el sistema político que les rige3. La forma de medirlo es por medio de una pregunta que alude a las barreras percibidas de los encuestados para influir en su gobierno. En lo que refiere a la encuesta, se consultó por el grado de acuerdo con la idea que “La gente como yo no tiene ninguna influencia en lo que hace el gobierno”. Como muestra el Gráfico 1, 52% de las personas entrevistadas por LEAS en octubre de 2020, está de acuerdo o muy de acuerdo con la idea que la gente como ellos no tiene ninguna influencia en el actuar del gobierno. Esto indica una baja eficacia política externa; no perciben al sistema político como un ente receptivo ante la ciudadanía. Por su parte, sólo un tercio de los encuestados considera que puede incidir en el sistema político.
Nuestros resultados muestran que muchas personas en Chile tienen bajos niveles de eficacia política, tanto interna como externa. La eficacia interna es relativamente más alta que la eficacia externa. Concretamente, los ciudadanos no necesariamente se consideran poco informados, pero más de la mitad de ellos no cree que puedan influir en lo que hace el gobierno. En las siguientes entradas exploraremos en mayor detalle cómo se distribuyen la eficacia interna y externa entre la población chilena, además de algunas consecuencias de esta distribución.