Ya está en vigencia la norma que prohíbe publicar encuestas electorales durante quince días antes de las elecciones. Esta medida es una de las más extensas a nivel mundial. Apenas diez países del mundo tienen una veda igual o más larga que la chilena.
Probablemente, usted ya comenzó a recibir información de encuestas que afirman haber tenido un desempeño sobresaliente prediciendo los resultados del plebiscito pasado y con predicciones para el plebiscito actual. En el mejor de los casos, esas encuestas se llevaron a cabo durante la veda, pero sólo un público “selecto” conocerá tales resultados. En el peor de los casos, se tratará de una encuesta falsa, alterada sólo para favorecer una posición.
En este caso, cabe preguntarse: ¿en qué encuestas electorales podemos confiar?
Una forma de entender la confianza, utilizada en varias investigaciones académicas, considera dos factores importantes: la competencia técnica percibida para cumplir con lo que se espera y la creencia de que la contraparte actuará de buena fe y responderá adecuadamente a la confianza depositada.
Extendiendo esta lógica a las encuestas, se podría afirmar que la confianza en una encuesta yace en la habilidad técnica de quien la realiza y sus motivaciones para hacerla. La habilidad técnica se refiere a qué tan bien se lleva a cabo la encuesta. Para juzgar esto, sería ideal que las encuestadoras compartieran más detalles sobre cómo las hacen, siguiendo estándares reconocidos, como los sugeridos por AAPOR (Asociación Americana de Opinión Pública). Por ejemplo, deberían explicar la población que el estudio intenta representar, cómo eligieron a los participantes —al azar, como en las encuestas probabilísticas o por medio de un reclutamiento previo, como en los paneles—, cómo y cuándo recogieron los datos —la evidencia internacional indica que las encuestas realizadas más cerca del día de la elección tienden a ser más precisas—, los márgenes de error, entre otros detalles técnicos. Si las encuestadoras comparten esta información y, además, publican la base de datos con las respuestas de las personas entrevistadas, podemos verificar sus resultados y tener más confianza en ellas. Lamentablemente, pocas organizaciones encuestadoras en Chile siguen estas prácticas.
El otro aspecto es entender por qué se realizan estas encuestas. ¿Es por un interés político, comercial, o simplemente para informar al público? Saber quién financia estas encuestas y si hay conflictos de interés es crucial. La transparencia en estos aspectos es fundamental para confiar en los resultados de una encuesta. En este ámbito, también las organizaciones encuestadoras chilenas está al debe.
En resumen, para confiar en las encuestas, necesitamos saber no solo cómo se hacen, sino también por qué y quién está detrás de ellas. Con esta información, podemos tomar decisiones más informadas sobre qué encuestas considerar confiables en un momento electoral crucial como el actual.