La primera vuelta presidencial dejó varios resultados inesperados y, con ellos, una pregunta que vuelve a instalarse con fuerza: ¿por qué las encuestas no lograron anticipar el desempeño de algunas candidaturas, especialmente la de Franco Parisi (PDG)?
En una entrevista publicada hoy, el día siguiente a la primera vuelta presidencial 2025, en The Clinic, el director de LEAS-UAI, Ricardo González, explicó los principales factores metodológicos que están afectando la capacidad predictiva de los sondeos en el nuevo contexto de voto obligatorio. Sus reflexiones permiten entender mejor qué está ocurriendo con la industria de medición de opinión pública en Chile y por qué ciertos resultados sorprenden más a las encuestadoras que a las urnas.
González advirtió que la mayoría de los estudios que circulan en el debate público hoy son encuestas web, lo que atrae a un tipo de participante muy específico:
“Se trata de personas que usan internet con mucha frecuencia, que están disponibles para responder encuestas y, en general, están más informadas y politizadas que el promedio. Al mismo tiempo, están mucho más concentradas en la RM que en el resto del país”.
Este sesgo estructural implica que los estudios tienden a representar mejor a un electorado más estable, politizado y urbano, que no refleja la composición real del padrón bajo voto obligatorio.
Otro punto crítico es la baja participación efectiva en estas encuestas. Según González:
“Subrepresentan a quienes dudan o deciden tarde, que son justamente quienes hoy están inclinando la balanza”.
Esto significa que los electores más volátiles —quienes deciden en la última semana o incluso los últimos días— siguen quedando fuera del radar, aun cuando hoy constituyen un segmento decisivo.
Frente al debate sobre si los errores de estimación pudieron afectar el desempeño de Parisi, González enfatizó que la evidencia internacional es clara:
“Las encuestas influyen mucho menos de lo que suele creerse. (…) La idea de que una encuesta por sí sola da vuelta una elección completa, no está respaldada por los datos”.
Las encuestas pueden ordenar la conversación pública, pero su capacidad para cambiar preferencias de forma masiva es muy limitada.
A propósito de los cuestionamientos del candidato del PDG, González advirtió que incluso una medición más precisa habría tenido un alcance acotado:
“Es poco plausible pensar que solo por mostrar a Parisi más arriba en las encuestas, lo habrían llevado a ganar la elección”.
Y agrega un punto sociológicamente clave:
“El electorado que suele apoyar a figuras como Parisi es más distante de los partidos, desconfiado de las instituciones y con menor consumo informativo tradicional. Para muchos de ellos, las encuestas forman parte del mismo sistema del que desconfían”.
En otras palabras: ese electorado difícilmente ajusta su comportamiento electoral en función de los sondeos.
Las reflexiones de Ricardo González permiten entender que los errores de esta elección no son fallas puntuales, sino síntomas de un problema más profundo, que ya había quedado de manifiesto en el Plebiscito de 2022, primera elección con inscripción automática y voto obligatorio, cuando las encuestas subestimaron el Rechazo:
En LEAS-UAI continuaremos investigando cómo adaptar los diseños muestrales y las metodologías de estimación a este nuevo contexto, con el objetivo de mejorar la calidad y representatividad de los estudios de opinión pública que el país necesita para comprender mejor su proceso político.