La frase “no estoy ni ahí”, al igual que otras instaladas hace ya unas décadas para aludir al escaso interés por los asuntos públicos y políticos de los jóvenes de entonces, hace rato quedó en el pasado. En años recientes hemos visto distintas movilizaciones sociales, protestas y marchas con fines reivindicatorios sobre distintas causas y demandas sociales, empujadas principalmente por jóvenes. Los resultados del estudio “Flujos de curatoría informativa en adolescentes”, realizado por la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez, dan cuenta de una ciudadanía en formación interesada en los asuntos públicos, pero con marcadas diferencias de género en torno a los temas que les interesan. Como futuros electores, ejercen la ciudadanía digital en las redes, encontrándose con información y contenidos diversos, los cuáles tienen que filtrar y contrastar, en un escenario de sobreabundancia comunicacional.
Según la investigación especializada, la adolescencia es una etapa vital para la conformación de predisposiciones, intereses y futuras prácticas de involucramiento cívico y político. Aún más, en el caso de esta generación, que ha vivido o ha sido testigo de sucesos colectivos vitales como las masivas movilizaciones sociales, la pandemia y su impacto en la forma de relacionarse, y la expansión de la digitalización en sus vidas cotidianas.
Al respecto, uno de los resultados que llama la atención de la encuesta realizada a 2.684 estudiantes entre primero y tercero medio durante el primer semestre de este año, son las diferencias que presentan las y los adolescentes en torno a los medios o plataformas para informarse y los temas que les interesan. Hombres y mujeres presentan prácticas diferenciadas de consumo informativo. Instagram (51%), la televisión (34%) y Tik-Tok (33%) son las fuentes más utilizadas por las mujeres (“casi todos los días, varias veces al día”); en cambio, ellos recurren más a YouTube (35%) y luego a la televisión (33%) e Instagram (31%). La “desigualdad social” (86%) y el “abuso contra las mujeres” (76%) aparecen como los temas más relevantes para las adolescentes (se interesan “mucho”), en tanto para ellos es principalmente la “tecnología” (60%). Destaca además que mientras para ellas las “movilizaciones sociales” son un tema de alto interés (55%), para los hombres no lo son en la misma magnitud (28%).
Según la investigación especializada, la adolescencia es una etapa vital para la conformación de predisposiciones, intereses y futuras prácticas de involucramiento cívico y político.
Uno de los aspectos más relevante de los últimos años es el incremento en los niveles de participación política de los jóvenes, a través de diversas formas. Esto también se evidencia en nuestro estudio. Por ejemplo, 6 de cada 10 encuestados declara que irá a votar en una elección cuando cumpla 18 años. En tanto, 5 de cada 10 adolescentes considera que las marchas o movilizaciones en la vía pública –por sobre el voto—son las formas más eficientes para que “el gobierno” los escuche. Sabemos que las y los adolescentes están inmersos en un entorno digital, y es en este espacio donde ejercen su ciudadanía: un 36% declaró expresar su opinión sobre los asuntos públicos en las redes sociales.
La evidencia reciente da cuenta que un consumo informativo incidental por parte de los jóvenes, es decir, la información les llega en el actual entorno compuesto por plataformas, algoritmos, medios, amigos y familias. Los jóvenes no van a los medios, sino que la información y los contenidos les llegan desde distintas redes y fuentes. Para abordar estas prácticas, el estudio incluyó una serie de grupos focales con adolescentes, además de entrevistas con editores de medios de comunicación y creadores y curadores de contenidos en plataformas digitales. En este contexto, uno de los hallazgos de la investigación es el carácter eminentemente social del consumo informativo por parte de las y los adolescentes, pero no porque solo quieran relacionarse con otras personas a través de contenidos y noticias, sino porque lo consideran una estrategia fundamental para confirmar la veracidad de la información. Si bien identifican el papel que juegan los algoritmos en la selección de noticias y la información a la que acceden en diversas plataformas, también son conscientes que esos temas “aparecen” por sus propios intereses en causas y temáticas que van desde el cambio climático hasta la violencia de género.
Pero el involucramiento informativo de los jóvenes no queda solo circunscrito al mundo digital. Un 82% de las y los encuestados declara que conversó al menos una vez a la semana con sus padres y hermanos sobre eventos noticiosos durante esta pandemia. Aún más, del estudio cualitativo se desprende que en muchos hogares se realizaba una conversación intergeneracional, donde los padres aportaban con noticias leídas en los medios más tradicionales, y los jóvenes sumaban información obtenida en las redes sociales. Así lo describe una adolescente:
Mi papá lee el diario y mi mamá ve las noticias, entonces ellos nos comparten las noticias y nosotros aportamos con lo que vemos en Instagram (Mujer, V región, colegio particular subvencionado).
Otra dimensión relevante del estudio es la evaluación que hacen las y los adolescentes sobre los medios de comunicación y la información que circula en las redes sociales. Un 37% está “muy de acuerdo” que la selección de noticias la realicen las plataformas digitales y sus algoritmos computacionales, en tanto un 44% considera que deben hacerlo periodistas de medios de comunicación que sigan criterios profesionales. Si bien se muestran críticos de los medios tradicionales (por su cobertura muchas veces “morbosa” de los fenómenos sociales), igual recurren a ellos para corroborar la información sobre algún asunto de interés.
Pero el involucramiento informativo de los jóvenes no queda solo circunscrito al mundo digital. Un 82% de las y los encuestados declara que conversó al menos una vez a la semana con sus padres y hermanos sobre eventos noticiosos durante esta pandemia.
La evidencia recopilada en este estudio plantea un desafío importante para padres, madres y educadores para acompañar las prácticas de consumo informativo de las y los adolescentes. No es fácil sentir la responsabilidad de corroborar la veracidad de la información disponible en una esfera pública cada vez más compleja, fragmentada y sobresaturada de contenidos. La buena noticia es que el carácter social del consumo informativo –las ganas de compartir la información con otros— es la posibilidad de seguir conversando sobre los temas y dinámicas del mundo que habitamos y construimos.