En la entrada anterior, describimos el consumo pro-apruebo y pro-rechazo y discutimos por qué es tan relevante informarse de los argumentos a favor y en contra de la posición propia en el plebiscito de salida para el buen funcionamiento de la democracia.
A partir del consumo pro-apruebo y pro-rechazo en medios tradicionales y digitales que reportaron las personas encuestadas por LEAS, en el marco del estudio “Estrategias de consumo informativo y confianza en medios tradicionales y redes sociales” financiado por ANID (PLU210015), realizamos un análisis de clases latente. Los resultados de este ejercicio, usando estas cuatro variables, es una tipología de cuatro tipos de consumidores, a quienes hemos asignado una etiqueta según sus características de consumo informativo.1
La distribución de estos 4 grupos dentro de nuestra muestra se exhibe en el siguiente gráfico. Es evidente que los desinformados representan el grueso de la muestra encuestada, mientras que los demás grupos son todos menos de un 20% de la muestra.
Que los desinformados sean el grupo más grande de la muestra no debería sorprender, toda vez que la encuesta se aplicó a mil personas adultas, seleccionadas al azar, entre el 22 de abril y el 9 de mayo de 2022, cuatro meses antes del plebiscito de salida, cuando ni siquiera el borrador de la nueva constitución estaba listo.
Ahora miraremos en mayor detalle a cada uno de estos grupos, para caracterizar el tipo de información que han recibido sobre el plebiscito, en particular, si es pro-apruebo o pro-rechazo; esto se expresa en días promedio a la semana que reportan haber recibido la información. Partiendo por los desinformados, que son el grueso de los encuestados (45%), estos tienen un muy bajo consumo promedio de información pro-apruebo y pro-rechazo, sin importar si se trata de un medio tradicional o digital, como se ilustra en el gráfico a continuación. De ahí su nombre.
El segundo grupo (17% de la población) corresponde a quienes reportan un alto consumo promedio de información a favor del apruebo en medios tradicionales y consumo incidental de información del rechazo en tales medios, como se presenta en el gráfico a continuación. Por su tendencia a consumir información del apruebo con más frecuencia les llamamos apruebistas. En medios digitales, en tanto, el consumo promedio de información pro-apruebo de este grupo es más bajo que en medios tradicionales y por cierto, el consumo medio de información del rechazo es casi inexistente.
El tercer grupo (18% de la población) corresponde a quienes reportan un alto consumo promedio de información a favor del rechazo en medios digitales y consumo incidental de información del apruebo en tales medios, como se observa en el gráfico abajo. Por su tendencia a consumir información del rechazo con más frecuencia les llamamos rechacistas. En medios tradicionales, por su parte, el consumo medio de información pro-rechazo de este grupo es más bajo que en medios digitales -casi la mitad de hecho- y por cierto, el consumo promedio de información pro-apruebo es casi inexistente en tales medios.
El cuarto grupo (20% de la población) corresponde a quienes reportan un alto consumo promedio de información a favor del apruebo y del rechazo, tanto en medios tradicionales como digitales, como se observa en el gráfico abajo. Por su tendencia a consumir información del apruebo y el rechazo con bastante frecuencia les llamamos omnívoros. Un aspecto que cabe destacar es que este grupo consume con la misma frecuencia promedio información pro-apruebo en medios tradicionales y digitales, sin embargo, aparece una brecha importante en el consumo de información pro-rechazo, en que su consumo medio de información en medios digitales es superior que al consumido vía medios tradicionales.
En entradas posteriores, caracterizaremos estos grupos en más detalle y evaluaremos hasta qué punto hay consumo pro y contra-actitudinal en la población adulta en Chile que, como discutimos en la entrada anterior, nos parece vital importancia de cara al plebiscito que se avecina.