En una entrada anterior, decíamos que, a partir de los datos de la encuesta realizada en el marco del estudio “Estrategias de consumo informativo y confianza en medios tradicionales y redes sociales” llevado a cabo por LEAS y financiado por ANID (PLU210015), entre el 22 de abril y el 9 de mayo de 2022, podíamos distinguir cuatro grupos de acuerdo con su consumo de información pro-apruebo o pro-rechazo tanto en medios tradicionales como digitales, a saber, desinformados, apruebistas, rechacistas y omnívoros. A continuación describiremos el perfil de cada grupo por sexo, edad, educación, región y especialmente, por su preferencia en el plebiscito de salida.
Los desinformados tienden a ser más mujeres (56%) que hombres (44%). Por grupos etarios, tiende a haber una ligera inclinación hacia las personas de 55 años o más (37%) y menos hacia los jóvenes de 34 años o menos (30%). En términos educacionales, este grupo se encuentra fuertemente caracterizado por haber alcanzado educación media completa o niveles más bajos (70%) respecto de quienes tienen educación terciaria (30%). Buena parte de este grupo tiende a vivir fuera de la Región Metropolitana (61%).
Por su parte, los apruebistas tienden a ser más mujeres (54%) que hombres (46%), tal como los desinformados. Por grupos etarios, tiende a haber una relevante inclinación hacia las personas de 55 años o más (41%) y menos hacia los jóvenes de 34 años o menos (30%). En términos educacionales, este grupo se encuentra caracterizado por personas que completaron la educación media completa o niveles más bajos (63%) respecto de quienes tienen educación terciaria (37%). Tienden a residir tanto en la Región Metropolitana como fuera de ella en partes iguales.
Por otro lado, los rechacistas tienden a ser más hombres (57%) que mujeres (43%), a diferencia de desinformados y apruebistas. Por grupos etarios, tiende a haber una relevante inclinación hacia las personas de 34 años o menos (46%) y menos hacia las personas de 55 años o más (15%). En términos educacionales, se trata de un grupo que ha alcanzado niveles educativos más altos que el resto, toda vez que la mitad pasó por la educación superior. Tienden a residir en regiones (57%).
Finalmente, los omnívoros tienden a ser más hombres (56%) que mujeres (44%), tal como ocurre con los rechacistas. Por grupos etarios, tiende a haber una relevante inclinación hacia las personas entre 35 y 54 años (46%) y menos hacia las personas de 55 años o más (24%). En términos educacionales, se trata de un grupo en que sólo una minoría pasó por la educación superior (28%). Tienden a residir en regiones (58%).
A continuación, analizamos en qué medida estos cuatro grupos tienden a votar en coherencia con las tendencias de consumo informativo pro-apruebo y pro-rechazo que hemos detectado en los datos de esta encuesta. Una cosa que cabe destacar es que las correlaciones no son perfectas; esto es, no todos los apruebistas tienden a votar por el Apruebo y lo mismo para el caso del Rechazo.
La mitad (50%) de los desinformados se encuentra indeciso respecto de su decisión de voto en el plebiscito de salida. El resto de los desinformados se divide en partes iguales, estadísticamente hablando, entre el apruebo y el rechazo.
Casi la mitad (46%) de los apruebistas reporta que aprobará -no sorprendentemente- en el plebiscito de salida. Un 30% de los apruebistas está indeciso y un 24% votaría rechazo, diferencia que no es estadísticamente significativa al 95% de confianza y por lo tanto, podríamos decir que se dividen en partes iguales entre la indecisión y el rechazo.
Más de la mitad (53%) de los rechacistas reporta que rechazará -no sorprendentemente- en el plebiscito de salida. Un 26% de los rechacistas está indeciso y un 20% votaría apruebo, diferencia que no es estadísticamente significativa al 95% de confianza y por lo tanto, podríamos decir que se dividen en partes iguales entre la indecisión y el rechazo.
Por último, la mitad (50%) de los omnívoros votaría rechazo en el plebiscito de salida. Un 29% de los omnívoros está indeciso y un 22% votaría apruebo, diferencias que sí son estadísticamente significativas al 95% de confianza.
¿Qué nos indica todo esto? A nuestro juicio, al menos dos cosas. La primera es que hay un fuerte consumo pro-actitudinal en apruebistas y rechacistas, grupos que representan alrededor de un tercio de la población adulta en Chile. ¿Preocupante? No tanto, porque la segunda cosa que encontramos es que al menos quienes ya decidieron su voto para septiembre no parecen habitar “cámaras de eco”. En efecto, reportan cierta medida de consumo contra-actitudinal de cara al plebiscito de salida. Esto, siguiendo a Mill, parece saludable porque evaluar las distintas posiciones en torno al texto constitucional permite fortalecer el debate sobre el Chile que queremos.