Medios

Veinte años de (des)confianza en medios en Chile

28/06/2022
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La democracia requiere de una ciudadanía informada, lo que a su vez depende de que los ciudadanos puedan confiar en la información que reciben de un sistema de medios de información híbrido, integrado por medios tradicionales como la radio, la televisión y la prensa escrita, y la multiplicación de otras fuentes, medios que aparecen únicamente en Internet y plataformas digitales, como Facebook, Instagram y Twitter, por mencionar algunas. Si las personas no pueden confiar en el conocimiento que entregan los medios, se vuelve difícil sostener una idea de “lo público” como entidad colectiva con intereses compartidos.1 Recientemente, el destacado psicólogo social Jonathan Haidt reflexionaba en The Atlantic acerca de la influencia negativa de las plataformas digitales, apelando precisamente a que la existencia de la fragmentación de medios digitales, la existencia de burbujas informativas y las cámaras de eco, la desinformación y las fake news, impiden la existencia de “historias compartidas”, y debilitan así los pilares de la democracia.2 

Ello pone de relieve la pregunta acerca de la evolución de la confianza en los medios chilenos. La encuesta CEP provee un panorama de esa evolución durante los últimos veinte años. El gráfico a continuación nos permite visualizar tal evolución.

El gráfico ilustra que la radio ha sido y sigue siendo el medio de comunicación más confiable. En 2003, poco más de la mitad de la ciudadanía (54%) confiaba en las radios. Casi dos décadas después, la confianza en las radios es apenas 10 puntos porcentuales peor, lo que en comparación a las fluctuaciones observadas por las instituciones políticas, es un declive bajo, aunque relevante. Bastante más atrás, en 2003, se ubicaba la televisión (32%). La confianza en este medio se redujo a la mitad en casi veinte años, alcanzando un 16% en 2022, ubicándose por debajo de las redes sociales incluso. En el caso de los diarios, la confianza no era tan alta en 2003 (25%) y pese a las fluctuaciones, el nivel alcanzado en 2022 es apenas un punto porcentual más bajo que en 2003. Por último, en el caso de las redes sociales, solo hay datos recientes que indican un acentuado declive en su confianza, pasando de 28 a 17% en los últimos tres años, alcanzando el nivel de la televisión.

Pese a las diferencias antes descritas, hay ciertas similitudes en las trayectorias de confianza en los medios de comunicación. La confianza en los medios tradicionales marca su peak en octubre de 2009, al igual que el resto de todas las instituciones. Por esos días, Michelle Bachelet alcanzaba el punto máximo de popularidad de un presidente tras el retorno a la democracia, tras un manejo efectivo de los efectos en Chile de la crisis financiera internacional. Cabe destacar que en 2009, la confianza en los medios se ubicó igual o por encima de los niveles observados en 2003. Sin duda, se trata de un momento único y quizás irrepetible de la opinión pública chilena. 

Después del 2009, comenzó un declive de la confianza en las instituciones y los medios, que se acentuó en 2015 y 2016 tras las investigaciones por casos de financiamiento ilegal de la política, tráfico de influencias y de asignación de beneficios ilegítimos, que involucraron tanto a parlamentarios como a funcionarios del Estado y al hijo de la entonces presidenta Bachelet. A pesar de que cada uno de los casos mencionados tiene sus propias especificidades, la notoriedad de estos eventos, posiblemente amplificada por los medios de comunicación —y hoy en día también por los algoritmos de las plataformas digitales— generó un impacto relevante en la opinión pública. Ese impacto fue directo y evidente sobre la confianza en las instituciones políticas. Pese a que estos aspectos no tienen relación directa con el trabajo de los medios, afectan la confianza que la ciudadanía deposita en ellas. De hecho, existe evidencia acerca del “nexo de confianza” (Hanitzsch et al. 2018), esto es, la confianza en los medios parece estar correlacionada a la depositada en las instituciones políticas en general, especialmente en clima políticos más polarizados o efervescentes.

Tras el golpe por los escándalos asociados a los casos de financiamiento ilegal de la política y tráfico de influencias vino el estallido social, momento en que la ciudadanía evaluó muy mal a las instituciones políticas y de paso a los medios. Acá nuevamente hay evidencia del “nexo de confianza”, pero hay algo adicional: si bien es cierto la confianza en todos los medios tradicionales cayó, la caída fue más alta en el caso de la televisión. Es posible que estas diferencias se expliquen por cambios en las percepciones asociadas  a las dimensiones que subyacen a la confianza en los medios. Recientemente, Strömbäck et al. (2020, p. 150) identificó cinco factores clave tras la confianza en los medios: la imparcialidad, que su cobertura sea justa (o balanceada), la completitud, la precisión (o rigurosidad), y la separación entre noticias y opinión. De hecho, hay evidencia que indica que la crítica a la orientación editorial de algunos medios como televisión y su percepción de cercanía explican en parte el retroceso importante en su confianza (Reuters 2020).

En LEAS estamos llevando a cabo el estudio “Estrategias de consumo informativo y confianza en medios tradicionales y redes sociales”, financiado por ANID (PLU210015), con el objeto de profundizar sobre los factores tras la confianza de la ciudadanía en los medios de comunicación tradicionales y digitales y el nexo con la confianza institucional, que publicaremos acá en el futuro cercano.

Ricardo González T.

Notas

  1. Coleman, S., & Price, V. (2012). Democracy, Distance, and Reach: The New Media Landscape. En S. Coleman & P. M. Shane (Eds.), Connecting Democracy: Online Consultation and the Flow of Political Communication (pp. 23–43). MIT Press.
  2. Haidt, J. (2022, abril 11). Why the Past 10 Years of American Life Have Been Uniquely Stupid. The Atlantic. https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2022/05/social-media-democracy-trust-babel/629369/