Magdalena Browne M.
Ricardo González T.
El COVID-19 no solamente trae los malestares asociados a la enfermedad per se, sino también una serie de experiencias económicas negativas indirectas asociadas a las medidas implementadas para contener su propagación, en particular, las cuarentenas.
Para tener una idea de cuán extendidas en la población son estas experiencias, la Tabla 1 muestra el porcentaje de chilenos afectados por un subconjunto de experiencias económicas negativas incluidas en la encuesta analizada en este texto y en el Barómetro de la Felicidad, una encuesta cara a cara representativa a nivel nacional realizada en Chile en 2015 (ver DESUC 20151 para más detalles). Casi dos de cada tres encuestados informan que el salario o ingreso propio o de alguien del hogar se redujo considerablemente cinco meses después del primer caso de COVID-19. Esta cifra fue 15 por ciento en 2015, que no fue un año particularmente bueno para la economía chilena. En agosto de 2020, 39 por ciento informó haber que alguien del hogar tuvo problemas para pagar los servicios básicos, casi cinco veces más que en 2015. Finalmente, 32 por ciento informó que el jefe de hogar perdió el trabajo después de cinco meses de la pandemia de COVID-19, 4,6 veces más que en 2015.
Las mayores diferencias en la prevalencia de eventos disruptivos económicos se observan en los problemas para pagar servicios básicos o perder el empleo del sostenedor, con brechas entre los niveles socioeconómicos altos y bajos de más de 25 puntos porcentuales.
Un tema adicional abordado en 2020, pero no en 2015, es el pago de los dividendos y el arriendo. Entre aquellos que dicen arrendar o ser propietarios de una vivienda, el 28 por ciento declara haberse atrasado con tales pagos.
En suma, como era de esperar, las experiencias negativas tanto en salud como a nivel económico han sido mucho más extendidas durante la pandemia que en 2015.
Un análisis de regresión lineal, controlando por la influencia de factores sociodemográficos, muestra que el COVID-19 per se -esto es, haber padecido la enfermedad, haber tenido síntomas o tener personas cercanas que la hayan padecido- no ha tenido mucha influencia directa en la satisfacción con la vida de los chilenos 2 (ver Tabla Resultados). Tampoco parecen haber influido sobre el bienestar subjetivo los efectos indirectos de salud generados por la pandemia, como son las enfermedades de los seres queridos o la falta de acceso a tratamiento médico o medicamentos, pese a que han afectado a cerca de un tercio de la población adulta. Por el contrario, el análisis estadístico muestra que el impacto económico3 está negativa y significativamente asociado a la satisfacción con la vida, lo que implica que mientras más problemas económicos haya recibido el hogar menor es la satisfacción con la vida reportada. Chile no parece ser excepcional en este aspecto. Botha y De New (2020) reportan un hallazgo similar, sobre la importancia relativa del impacto económico respecto del impacto en salud en Australia, Alemania, Estados Unidos, Reino Unido, España e Italia.
Sin embargo, haber padecido COVID-19, haber tenido síntomas o tener personas cercanas que la hayan padecido sí parece estar asociado a problemas de salud mental 4, descritos en Brief N1 (ver Tabla Resultados). Más importantes aún, a juzgar por el tamaño de los coeficientes estandarizados, son los problemas indirectos de salud inducidos por el manejo del COVID-19, como son las enfermedades de los seres queridos o la falta de acceso a tratamiento médico o medicamentos. La asociación entre estos problemas y la salud mental es negativa y estadísticamente significativa, mayor en valor absoluto que haber sufrido del COVID-19 per se, controlando por la influencia de factores sociodemográficos. No obstante, los resultados indican que los problemas directos e indirectos ejercen una influencia menor sobre la salud mental que los problemas económicos, tal como ocurre con la satisfacción con la vida. En otras palabras, parece ser que la salud mental de los encuestados en Chile se ha deteriorado más a partir de los problemas económicos que de los de salud.