Ciudadanía

¿Chile, Chile lindo? El orgullo de ser chileno

14/09/2021
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La identificación con la comunidad política es la más fundamental de las identidades políticas: pensarse a uno mismo como chileno, brasileño o colombiano antecede a afinidades específicas de las personas, por ejemplo, hacia los partidos o ideologías. Los académicos Gabriel Almond y Sidney Verba en 1963 describieron estos sentimientos como un “afecto hacia el sistema”1, esto es, un vínculo emocional con la nación que, en teoría, proporciona una reserva de apoyo difuso que puede ser el soporte de un sistema político a través de períodos de tensión política.

Es posible imaginar que, tal como otros indicadores como la confianza en las autoridades electas y en las instituciones, el orgullo de ser ciudadano de un país también puede sufrir los embates de la insatisfacción hacia el sistema político. Para algunas personas, las expresiones de patriotismo, comunes en las Fiestas Patrias, pueden parecer anacrónicas. El creciente énfasis en el multiculturalismo en muchas sociedades ha planteado interrogantes sobre la amplitud y profundidad de una identidad nacional común. Por ejemplo, de acuerdo con el académico Rusell Dalton, el fortalecimiento de los lazos al interior de la Unión Europea puede estar debilitando las identidades nacionales en ese continente. Más aún, él plantea que un declive en las identidades nacionales puede significar una crisis para el Estado-nación, y no sólo una crisis del sistema político.2

 ¿Qué ha pasado con el orgullo de ser chileno? La Encuesta Mundial de Valores muestra para Chile un declive en la intensidad de la presencia de ese orgullo a contar de comienzos de siglo, mas no en los niveles generales de apoyo –esto es, la suma de las personas que dicen sentirse mucho o bastante orgullosas. El nivel de apoyo general sigue siendo altos hasta el último quinquenio, cuando sí se observa un declive importante en el porcentaje de personas que reportaron sentirse muy orgullosas de ser chilenas.

¿Dónde estamos en la actualidad? Para responder, utilizaremos los datos de Chile, recolectados por el Laboratorio de Encuestas y Análisis Social (LEAS), en el marco del proyecto Valores en Crisis “durante la pandemia”, esto es, cuando en los 18 países participantes de este proyecto estaban vigentes medidas como cuarentenas o toques de queda.3 Los datos indican que 72% de las personas encuestadas en Chile están muy o bastante orgullosas de su nacionalidad, cifra similar a la observada en Japón (71%), algo superior a lo estimado para Italia (69%) y Alemania (67%), aunque muy inferior a China (97%), Suecia (90%), Polonia (87%) y Austria (86%), por nombrar algunos. En la región, Colombia y Brasil son también participantes del proyecto. Colombia presenta cifras más altas que Chile. Lo opuesto se observa en Brasil.

Ahora bien, dentro de nuestro país el orgullo de ser chileno no está equitativamente distribuido entre grupos demográficos. Hay una diferencia llamativa entre los menores de 34 y los mayores, que podría dar cuenta de una mayor disociación de las fuentes autoridad tradicionales, en línea con los postulados de Welzel sobre el avance de los “valores emancipadores” cuando las amenazas externas como el hambre, las guerras y las enfermedades contagiosas retroceden.4

Por otro lado, las personas que alcanzaron niveles educativos más altos tienden a ubicarse en la categoría intermedia de orgullo, “bastante orgulloso”, en mayor proporción que quienes tienen menos educación. Las personas de menor nivel educativo se concentran en la categoría más alta, “muy orgulloso”.

En suma, tal como la confianza en las autoridades y en las instituciones, el orgullo de ser chileno ha caído, pero en contraste a la confianza, su descenso ha sido más bien reciente. Las personas más jóvenes y educadas se sienten algo menos orgullosas de ser chilenas que el resto de la población. Es interesante la brecha etaria aquí señalada porque el reemplazo generacional, de las cohortes más antiguas y que alcanzaron menores niveles educacionales por las cohortes más nuevas que han aprovechado la masificación de la educación superior, puede profundizar el declive de este orgullo. Puede ocurrir algo similar tras el debate sobre el multiculturalismo en el seno de la Convención Constituyente. Solo el tiempo dirá si el declive en el orgullo nacional chileno puede profundizar la actual crisis del sistema político, o si por el contrario puede contribuir a la consolidación de una sociedad multicultural e inclusiva.

Ricardo González T.
Valentina Salvatierra D.

Notas

  1. Gabriel Almond y Sidney Verba (1963), The Civic Culture: Political Attitudes and Democracy in Five Nations. Princeton: Princeton University Press.
  2. Russell J. Dalton (1999). Political Support in Advanced Industrial Countries. En: Pippa Norris (Ed.) Critical Citizens: Global Support for Democratic Governance. Oxford: Oxford University Press.
  3. A la fecha de redacción de este texto, los datos de Rusia no estaban disponibles, por lo que solo se incluyen los 17 países con datos publicados. Además se excluye una de las dos muestras para Corea del Sur disponibles en el proyecto, a fin de dejar solo una por país.
  4. Welzel, C. (2013). Freedom rising. Cambridge University Press.