Tras un intenso debate en la Cámara que fue transmitido en vivo en diversos medios durante ese día, la Cámara de Diputados aprobó a fines de septiembre la idea de legislar un proyecto de ley para despenalizar el aborto consentido por la mujer dentro de las primeras catorce semanas de gestación. Fue un tema divisivo al interior de esa instancia, con 75 votos a favor y 68 en contra. Aquí, exploramos si este debate es igualmente divisivo a nivel de la población general, tras haber explorado en una entrada anterior cómo han ido evolucionando estas visiones en el tiempo.
A continuación indagamos en los factores sociales asociados a la justificación (o no) del aborto en nuestro país, para precisar cuáles podrían ser los factores sociodemográficos asociados a esta diferencia. Ya vimos anteriormente que en Chile parece haber una polarización relativamente alta en este ámbito, si entendemos la polarización como una concentración de opiniones en los polos, en desmedro de las opiniones intermedias.
En el siguiente gráfico, mostramos las actitudes hacia el aborto según la importancia de la religión en la vida de las personas. En un ejercicio estadístico asociado a este texto, la religiosidad mostró ser la variable más importante para explicar tales asociaciones. Como es de esperar, se observa una tendencia hacia el polo más tolerante del aborto en aquellas personas que creen que la religión “no es muy importante” o “nada importante”. De hecho, para el grupo que considera que la religión “no es muy importante” (32% de la muestra encuestada), cerca de la mitad (48%) se ubica en el polo más permisivo del aborto, mientras que el grupo que cree la religión es “muy importante” (23% de la muestra encuestada), apenas 16% se ubica en ese polo; la gran mayoría de este grupo (69%) está en una posición más cercana al polo en que “nunca se justifica” el aborto. Por cierto, estas diferencias son significativas en términos estadísticos.
Por edad se observa una tendencia en las generaciones más jóvenes hacia el polo más tolerante del aborto: mientras que entre los mayores de 55 años, un 35% se ubica en este polo, casi uno de cada dos menores de 35 (47%) lo hace. La categoría intermedia es en todos los casos alrededor del 20% del grupo etario. Se observan diferencias más pronunciadas en los polos más y menos restrictivos, con los mayores de 55 concentrados en mayor medida en el polo que no justifica el aborto. Las diferencias entre el grupo intermedio (35 a 54 años) y el de 55 o más, en cambio, no son significativas: son los menores de 35 quienes difieren de las generaciones anteriores en este ámbito.
Por nivel educacional, se aprecia una menor justificación del aborto en los grupos menos educados: entre quienes tienen educación secundaria incompleta o menos, 50% está en el polo más restrictivo y un 41% de los que tienen secundaria completa lo está. Hay una diferencia significativa entre estos dos grupos y el 34% en este polo entre quienes tienen estudios superiores, diferencia que se mantiene al controlar por otras variables en los análisis de regresión (disponible en el documento que acompaña este texto). Al igual que para la edad, la proporción ubicada en la categoría intermedia es más bien estable, rondando el 20%; las diferencias se observan en la forma en que se distribuyen las opiniones en los extremos.
¿Hubo cambios en estas opiniones a raíz de la pandemia? Para responder hicimos un ejercicio estadístico, que acompaña este texto, para evaluar la asociación entre haber sufrido consecuencias de salud (enfermedad propia o de un cercano) y económicas (reducción en jornada laboral, perder empleo, o tener que cerrar su negocio) de la pandemia, controlando por las principales variables sociodemográficas.
Primeramente, cabe notar que el género femenino está asociado positivamente al apoyo al aborto, como también lo está tener educación terciaria, lo que verifica lo mencionado antes. En el caso de la muestra internacional de países, quienes tienen educación secundaria también apoyan con mayor frecuencia el aborto, y todos los cuartiles de ingreso más altos están asociados a mayor apoyo que el primer cuartil. Para Chile, la asociación sólo es significativa –a un 95% de confianza– para el cuartil de ingresos más alto en contraste con el más bajo. En Chile además existe una asociación con edad que está ausente en la muestra internacional: controlando por otros factores, los menores de 30 años justifican más el aborto que los mayores. Tanto para Chile como para la muestra internacional, estar casado o conviviendo se asocia a una menor justificación del aborto.
Respecto a los shocks de la pandemia, detectamos en la muestra internacional una asociación entre mayor justificación del aborto y haber tenido cercanos con síntomas leves o graves de COVID-19, solamente para los menores de 30. En el caso de Chile, haber tenido COVID-19 y ser menor de 30 se asocia con menor justificación del aborto. La magnitud de esta asociación es similar a la estimada para las personas que pertenecen al cuartil de ingresos del hogar más alto, y menor que la asociación con edad (ser menor de 30) o tener estudios secundarios. Con todo, estas vivencias asociadas a la pandemia tienen una asociación, aunque pequeña, con la justificación del aborto.
Finalmente, volviendo a la introducción del texto, ¿es el aborto un tema divisivo a nivel de la población general? Podríamos decir que sí, a juzgar por el tamaño similar de los grupos que se ubican en posiciones antagónicas en esta materia que, en parte, se explican por la importancia de la religión en las vidas de las personas, el género, la edad y la educación. Más allá de los cambios legislativos que se puedan introducir en el futuro próximo, es útil reconocer que este continúa siendo un tema que divide a la población chilena y que, es de esperar, continuará siendo tema de discusión pública.