En una entrada anterior, veíamos que altos porcentajes de los adolescentes encuestados en el marco del estudio “Flujos de curatoría informativa en adolescentes”, realizado por académicos de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la UAI y financiado por ANID (PLU190014), reportaban haber conversado con sus familiares sobre eventos noticiosos. Además, vimos que la mayoría de los adolescentes perciben que circula información falsa sobre el coronavirus.
En realidad, cierto nivel de escepticismo hacia medios y plataformas parece razonable dada la alta visibilidad de contenidos falsos y el control que ejercen las plataformas sobre los contenidos recibidos. Incluso, podrían ser deseables en la medida que favorecen conductas deliberativas como la conversación intergeneracional que abordamos en una entrada anterior. En este contexto, la encuesta del estudio antes citado incorpora una serie de preguntas que evalúan la alfabetización mediática (media literacy), es decir, las “habilidades de un ciudadano de acceder, analizar, y producir información con fines específicos”.1
Los indicadores utilizado para medir la alfabetización mediática suelen basarse en auto-reportes de capacidad percibida. La literatura sugiere que, entre otras cosas, la alfabetización mediática podría favorecer el pensamiento crítico y la intención de participar en política en el futuro.2
En el estudio que aquí analizamos, se mide la alfabetización mediática, a través de un indicador basado en tres preguntas, que Jones-Jang y coautores (2021) adaptan en base a estudios previos. Los ítems son escalas acuerdo/desacuerdo de cinco puntos para tres prácticas de alfabetización informativa: seguir las noticias utilizando varias fuentes, intercambiar información sobre las noticias con familia o amigos, y advertir a otros sobre los efectos negativos de los medios de comunicación. Como se ve en el siguiente gráfico, el comportamiento más común se relaciona con la forma en que los jóvenes configuran prácticas de consumo multimedial: intercambiar información sobre las noticias que se ven en diarios y televisión, es un comportamiento con el que más de la mitad de los escolares (57%) está de acuerdo. Asimismo, un 44% dice seguir las noticias usando múltiples fuentes, lo que también es propio de un entorno informativo diverso y multimedial.
Para estudiar la asociación entre este indicador de alfabetización mediática y las distintas formas de participación cívica, estimamos modelos de regresión lineal a partir de los datos de la misma encuesta citada al inicio. Los modelos incluyen una serie de variables sociodemográficas de control, tales como sexo, curso, región, tipo de colegio, y educación de los padres como proxy de nivel socioeconómico. Además de ellas, se incluye también un indicador de confianza general en las noticias y el indicador de interés, la alfabetización mediática.
Los resultados de los modelos estadísticos, que se pueden revisar completos en el documento adjunto, apoyan la idea de que la alfabetización mediática es un factor importante en la participación cívica de los adolescentes, que revisamos en una entrada anterior. Respecto a conductas que los adolescentes han realizado en el pasado reciente, los estudiantes con mayor alfabetización son significativamente más propensos a expresar opiniones en línea y también a unirse a causas en redes sociales, pero no a boicotear o “funar” por redes.
En el caso de la intención de participar en política a futuro, también hay asociaciones significativas con este constructo. La alfabetización mediática es un predictor significativo de la participación política futura que declaran los jóvenes –incluyendo el voto, el apoyo a un candidato, y ser voluntario en una campaña– y es más importante que otros factores significativos tales como educación de los padres o el uso de ciertas plataformas (la relación entre la participación y las plataformas de redes sociales la revisaremos en la siguiente entrada).
Tal como indica la literatura para otras latitudes, la alfabetización mediática –la verificación con múltiples fuentes, el intercambio informativo, y la conciencia de los efectos negativos de los medios– se asocia a una mayor participación cívica de los adolescentes tanto en el presente, por medios digitales, y una mayor intención de participar a futuro, sobre todo mediante el voto. Esto recalca la importancia de enseñar a los jóvenes estas habilidades para desempeñarse adecuadamente en el ecosistema mediático complejo y sobreabundante en información en el que vivimos y tiendan a participar de la deliberación política de nuestro país.