En Chile, no solo la confianza en las instituciones es baja, también es baja la confianza hacia los extraños, aquellas que conocemos por primera vez, que están fuera de nuestra esfera de interacción cotidiana. Una forma de aproximarse a la confianza en extraños, utilizada en la encuesta internacional World Values Surveys (WVS), se deriva de las respuestas a la siguiente pregunta: “¿Cuánto confía en los siguientes grupos?” y uno de esos grupos es “Gente que usted conoce por primera vez”. 26% de las personas adultas encuestadas en Chile entre 2017-2020 dijo “confiar completamente” o “confiar algo”, mientras que tres de cada cuatro adultos dijo “confiar poco” o “no confiar nada” en ese grupo. Se ubica en la mediana de la distribución, esto es, se ubica justo en la mitad de los 81 países participantes de WVS. Comparando con países de la región, la cifra de Chile se ve alta. En efecto, la confianza en la gente que conoce por primera vez llega a 23% en Brasil, 14% en Colombia, 13% en México, 9% en Perú, y apenas 8% en Ecuador. La excepción es quizás Argentina donde la confianza en extraños alcanza 32%, aunque todavía muy por debajo de los países desarrollados, como Dinamarca, Suecia y los Países Bajos, cuyas cifras se empinan sobre el 70%.
¿Qué pasa en Chile y en América Latina que la confianza en los extraños es tan baja? Uno de los primeros estudios que abordó el tema fue elaborado por Edward Banfield en 1958.1 Él describe cómo la confianza en extraños e instituciones se puede ver afectada por los lazos familiares en una aldea italiana. Básicamente describe una situación en que las personas confían en los miembros de la familia porque ellos son capaces de cubrir todas sus necesidades, sin necesidad de interactuar con personas fuera de la familia. Sugiere que esto conduce a una baja participación política, poca confianza en extraños y poca confianza en el sistema político.
Algo similar ocurre en los países latinoamericanos. De hecho, la confianza en los lazos fuertes, esto es, los familiares y amigos cercanos, es muy alta en la región en desmedro de los desconocidos. Ello no es sorprendente si pensamos que la cultura italiana es similar a la cultura latinoamericana. En efecto, la confianza en la gente que conoce por primera vez llega a 26% en Italia, misma cifra que en Chile.
El argumento de Banfield es más general y va más allá de la cultura. De hecho, hay estudios que muestran que las personas que visitan a los familiares con frecuencia2 y que recurren a los familiares en primer lugar a la hora de enfrentar problemas de la vida cotidiana tienden a desconfiar más de los desconocidos.3 Y esto ocurre tanto en países de cultura latina como en países de cultura anglosajona. De hecho, el estudio de Enrich y Gambetta (2010) se llevó a cabo en Reino Unido.
Si el argumento anterior es cierto, deberíamos esperar más desconfianza de los adolescentes hacia los extraños toda vez que los miembros de la familia cubren buena parte de sus necesidades, con poca necesidad de interactuar con personas fuera de la familia.
Veamos qué dicen los datos. Las cifras de adultos provienen de la encuesta WVS antes citada. En tanto, las cifras de adolescentes provienen de la encuesta realizada en el marco del estudio “Flujos de curatoría informativa en adolescentes”, llevado a cabo por la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la UAI y financiado por ANID (PLU190014) durante el primer semestre de 2021. Aparte de la confianza en personas que conoce por primera vez, agregamos la confianza en personas que conoce personalmente, la familia y los vecinos para comparar.
El gráfico muestra que sólo un 8% de los escolares dice “confiar completamente” o “confiar algo” en personas que conoce por primera vez. En adultos el porcentaje llega al 26%, como decíamos arriba. Escasos niveles de confianza también manifiestan los escolares en los vecinos, ya que un 25% dice “confiar completamente” o “confiar algo” en los vecinos. En población adulta, según los datos recopilados en la encuesta WVS, el porcentaje de adultos que afirma “confiar completamente” o “confiar algo” en los vecinos es 66%.
Por otra parte, la confianza en el círculo más cercano a los adolescentes es más alta. En efecto, 74% de los escolares encuestados dice “confiar completamente” o “confiar algo” en la gente que conoce personalmente y 90% manifiesta lo mismo acerca de su familia. En población adulta, según los datos recopilados en la encuesta WVS, los porcentajes son 59% y 92%, respectivamente, lo que indica que los adolescentes confían más en la gente que conoce personalmente que los adultos, y la confianza en la familia es similar.
En suma, en esta entrada no solo hemos mostrado que los adolescentes desconfían más de los extraños que los adultos; también hemos sugerido que la fortaleza de los lazos fuertes, esto es, la confianza en las personas que conoce personalmente y la familia, parecen estar asociados con la desconfianza hacia los extraños. Si el argumento que Banfield aplicó a las aldeas italianas es plausible para Chile, aquí podría haber una clave interesante para comprender los bajos niveles de participación política, la baja confianza en extraños y la poca confianza en el sistema político, que hemos observado hace más de una década en nuestro país.