La pandemia del COVID-19 ha traído muerte y enfermedad al mundo. Al mismo tiempo, las medidas para controlar su propagación han producido recesiones profundas y desempleo en millones de personas, amenazando así el creciente bienestar material que ha caracterizado a la era moderna. En este contexto, nos preguntamos si la pandemia podría haber impactado también los valores, es decir, las orientaciones psicológicas que guían el comportamiento y las opiniones de las personas. El presente estudio emplea datos del proyecto “Valores en Crisis” con el fin de ofrecer una primera aproximación de cómo la pandemia ha afectado o no los valores de las personas en 18 países. Aquí se pueden revisar más detalles del proyecto.
Investigaciones previas sugieren que los valores de las personas toman forma durante el proceso de socialización, esto es, entre la adolescencia y la adultez temprana, alrededor de los 25 años e incluso antes de los 14 para ciertos valores.1 Una vez que ese proceso concluye, se piensa que las pautas valóricas que las personas han internalizado son estables por el resto de sus vidas. Esto no significa que no puedan ocurrir fluctuaciones en respuesta a cambios de contexto. Más bien, esto sugiere que los eventuales ajustes ocurren alrededor de puntos estables que perduran a lo largo de la vida de las personas. Siguiendo esta lógica, los cambios significativos de valores a nivel país sólo podrían ocurrir mediante el recambio generacional, esto es, cuando el tamaño del grupo de personas que internalizan antiguas pautas valóricas se reduce y crece el grupo socializado bajo las condiciones societales más recientes. Por el contrario, los cambios repentinos de valores a nivel país requieren que un gran número de personas cambie sustancialmente sus valores en un período corto de tiempo, lo que no parece observarse en circunstancias habituales.2 ¿Podría observarse en circunstancias inusuales?
Desde finales de 2019, el COVID-19 y sus variantes han enfermado a poco más de 200 millones de personas en el mundo a la fecha y causado la muerte de, al menos, 4 millones de ellas. Por otro lado, las medidas para controlar la propagación del virus derivaron en una contracción económica de gran tamaño, que supuso la pérdida de ingresos y empleos de millones de personas a nivel mundial. Chile no fue la excepción. Estos eventos económicos disruptivos afectaron el presupuesto de las familias, y también el bienestar declarado por sus miembros.3 ¿Podrían también haber causado un cambio en los valores de las personas en Chile?
En el documento que acompaña esta entrada, ofrecemos una primera aproximación de respuesta a las interrogantes antes descritas. Para ello, usamos los datos de 17 países participantes del proyecto Valores en Crisis “durante la pandemia”, esto es, cuando en tales países estaban vigentes medidas como cuarentenas o toques de queda. Medimos varios grupos de valores y estudiamos si las personas afectadas por shocks de salud o a la economía personal tienen valores distintos de aquellas que no fueron afectadas, controlando por factores sociodemográficos, como el sexo, la edad, la educación y los ingresos.
En esta entrada resumimos los marcos conceptuales que nos permiten hacer sentido de eventuales cambios que encontremos en valores, tanto en la población que no ha concluido su proceso de socialización como en población mayor. Con especial detención analizamos la teoría del empoderamiento humano de Welzel: ya que el profesor Welzel lidera el proyecto internacional “Valores en Crisis”, el cuestionario aplicado contiene muchas preguntas que permiten evaluar empíricamente su teoría.4
¿Qué entendemos como valores en este estudio? Los valores, a grandes rasgos, se pueden definir como orientaciones psicológicas que derivan de las condiciones existenciales de los individuos, y tienen como consecuencia ciertas formas institucionales (Welzel 2013, 44).5Existen distintas formas de conceptualizar y medir los valores, tales como la escala de valores de Schwartz, los valores postmodernos y postmaterialistas de Inglehart y Baker, o los valores emancipadores de Welzel.6
Para medir la prevalencia de diversos valores dentro de una sociedad, es común combinar respuestas a varios ítems específicos para intentar inferir ciertos valores subyacentes que atraviesen varias situaciones. De hecho, esta es la aproximación que se adopta en el proyecto «Valores en Crisis». Sin embargo, hay que reconocer que esta aproximación tiene el riesgo de que estos ítems específicos a cierta situación sean muy sensibles a condiciones contextuales cambiantes – por ejemplo, es probable que el control de la inflación sea considerada una prioridad más alta para el país cuando la inflación es alta que cuando está bajo control (Schwartz 2001). Recordemos que según Schwartz, los valores serían características que trascienden los contextos específicos y en este caso tendríamos un error de medición. Sin embargo, justamente lo que interesa en este proyecto es indagar en la forma en que las condiciones contextuales podrían (o no) producir cambios en los valores emancipadores de las personas. A continuación revisaremos dos aproximaciones teóricas al cambio valórico, cada una con ciertas implicancias empíricas esperables.
Siguiendo el enmarcamiento de los sociólogos Kiley y Vaisey, existen a grandes rasgos dos formas de explicar las posiciones valóricas (y otras actitudes) a nivel individual, las que se resumen en la tabla y se encuentran más detalladas en el documento adjunto.7
Dada la construcción del cuestionario desde la teoría de empoderamiento humano de Welzel, en el documento adjunto nos enfocamos en los valores emancipadores, conceptualizados como motivaciones psicológicas hacia el ejercicio de libertades universales.8 Su objetivo común es la persecución de las libertades que permiten cumplir con las motivaciones que las personas han elegido para sí mismas. Estos valores emergen como una reacción psicológica a una situación donde las personas enfrentan menos amenazas externas, como la pobreza, el hambre, las enfermedades contagiosas y la violencia. En tales circunstancias, los derechos de autonomía personal –que permiten a las personas conducir sus vidas privadas como prefieran– y los derechos de participación política –que permiten a las personas hacer oír sus preferencias en la vida pública– se hacen más útiles porque las personas con más autonomía pueden hacer más cosas con sus derechos, lo que eleva el anhelo por tener más de ellos. De este modo, los valores emancipadores son la manifestación del deseo de las personas de más derechos de autonomía personal y participación política.
De acuerdo con el Welzel, cuando las amenazas externas retroceden, las personas controlan más recursos de acción, tienen más agencia y más control sobre sus vidas, de modo que comienzan a actuar en función de sus motivaciones intrínsecas. En ese sentido, las personas se vuelven cada vez más “autónomas”. Esto permite que tengan entre sus orientaciones valóricas una mayor motivación hacia el uso de sus libertades.
En nuestra investigación, planteamos dos preguntas que guían la presentación de nuestros resultados. Primero, ¿los encuestados responden a los cambios en su entorno inmediato modificando sus valores mediante actualización activa, o son estos valores emancipadores más bien disposiciones fijas, modificándose sólo entre los adultos de menor edad cuyo proceso de socialización todavía está en curso? Bajo el modelo de disposiciones fijas, esperaríamos que de existir asociaciones entre los valores estudiados aquí y la experiencia de ciertos shocks a la salud y a la economía de los hogares, esas relaciones se observarán solamente o con especial fuerza en el grupo menor a 30 años. En segundo lugar, nos preguntamos en qué dirección se mueven los valores, cuando encontramos diferencias. ¿Las personas que enfrentan consecuencias directas de la pandemia, tienden a ser más emancipatorias y preocupadas por la participación en comparación con quienes no, o más intolerantes y materialistas? La teoría de Welzel predice que a medida que retroceden las amenazas, aumentan los valores emancipadores; extrapolando esta teoría en la dirección contraria, cabría esperar que un aumento en las “amenazas existenciales” (en este caso, amenazas a la salud y al sustento económico) disminuya el valor asignado a la autonomía personal y la participación política. En el documento, evaluamos la evidencia empírica al respecto en la primera ola del estudio de “Valores en Crisis”. La siguiente entrada se enfocará específicamente en resumir los hallazgos sobre el valor de la tolerancia, es decir, el respeto hacia las libertades personales de otros.