qEl borrador de la nueva Constitución, elaborado por la Convención Constitucional, incluye un artículo que abre la puerta al voto –voluntario– para los mayores de dieciséis y menores de dieciocho años. De acuerdo a estimaciones del INE, habría alrededor de 485.000 potenciales votantes dentro de este rango etario. En una columna de opinión abordamos diversos aspectos sobre el comportamiento y actitudes hacia la política de este grupo. En esta entrada, profundizaremos en la posición ideológica de este grupo, utilizando datos de la encuesta realizada en el marco del estudio “Flujos de curatoría informativa en adolescentes”. Este estudio fue realizado por académicos de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la UAI y financiado por ANID. Esta encuesta se aplicó a 2.684 adolescentes de primero, segundo y tercero medio, provenientes de colegios seleccionados al azar en las regiones Metropolitana y Valparaíso, durante el primer semestre de 2021. De esta muestra, nos enfocamos en los 1.019 adolescentes que tienen dieciséis años o más.
El gráfico a continuación describe la posición política en el eje izquierda-derecha de los los 1.019 adolescentes que tienen dieciséis años o más. Para comparar, utilizamos datos de los participantes adultos del Comparative National Elections Project (CNEP), que en Chile realizaron LEAS-UAI y Feedback, después de la primera vuelta de 2021. De esta encuesta, utilizamos las cifras de los adultos que habitan las regiones Metropolitana y Valparaíso.
Cuando comparamos personas adultas con adolescentes de las regiones de Valparaíso y Metropolitana, observamos que en adolescentes hay una preferencia levemente mayor por la izquierda y el centro, y una menor inclinación ideológica por la derecha.
A primera vista, la izquierda parece, en principio, más favorecida que la derecha por la incorporación de estos votantes. Sin embargo, como describimos en esta columna de opinión, el escepticismo hacia el voto, el bajo interés de los adolescentes en la política –que contrasta con el alto interés reportado por ciertos asuntos públicos– y la extendida desconfianza hacia partidos políticos, el Gobierno y el Congreso –de la misma magnitud que en adultos– pueden constituir un desafío electoral importante para las élites políticas que intenten llevarlos a las urnas.
